Prefacio al Oxford
Dictionary of Modern Greek, compilado por J. T. Pring, Clarendon Press,
Oxford, 1986
Al período clásico de la
literatura griega, fuertemente influenciado por el dominio ateniense, le siguió
uno de grandes cambios lingüísticos, luego de las conquistas de Alejandro que
llevaron lejos y ampliamente la influencia griega más allá del cercano
Oriente. El griego usado por todos a lo largo de esta área, no sólo por los
griegos mismos, sino por los otros nativos, que lo aprendieron como segunda
lengua, es conocido como koiné helenístico, o griego común (popular). Su
principal constituyente era el dialecto ático-jónico, que había sido
perfeccionado como medio de oratoria por Isócrates y Demóstenes, y de prosa
filosófica por Platón. Pero esta nueva extensión del griego trajo
naturalmente muchos cambios en el vocabulario, la gramática y la pronunciación.
Y una gran variedad de escritos contemporáneos, especialmente cartas
preservadas en papiros egipcios, iluminan el estado de lo vernáculo, mostrando
que ya se estaban desarrollando algunas de las características del lenguaje de
hoy en día.
La época de la koiné, que vio
la conquista romana de Grecia y el desarrollo del cristianismo, puede definirse
a grosso modo entre el 300 A.C. y el 300 D.C. Destacándose entre las obras que
representan la forma literaria del griego helenístico, se hallan la historia de
Polibio y el Nuevo Testamento. Algunos puristas académicos, reaccionando contra
las innovaciones de la koiné, promovieron la doctrina del aticismo, la cual
ubica al griego clásico del Atica como el único modelo permitido de prosa
literaria. Y esta actitud afectó de ahí en más a la escritura griega,
inhibiendo la libre expresión en el idioma natural de cada tiempo.
Se podría decir que el espíritu
del aticismo prevaleció durante todo el período bizantino desde el
establecimiento de Constantinopla en 330 hasta su caída en manos de los turcos
en 1453. Si bien el griego había reemplazado al latín como lengua oficial en
el Imperio Oriental alrededor del 600, el desarrollo del griego vernáculo
durante los siglos siguientes sigue siendo campo de especulación, y muchos
escritores continuaron considerándolo inadecuado para la literatura. Así, para
la mitad del siglo XV, mientras Europa occidental se erguía a la vanguardia del
mundo moderno con lenguas bien integradas y literaturas florecientes, Grecia
comenzaba cuatrocientos años de yugo bajo los turcos sin ningún beneficio para
ninguno de los dos.
Creta, que estaba bajo la administración veneciana, resistió a los turcos hasta 1699, y la poesía escrita en el dialecto cretense del siglo XVI puede ser considerada como el principio de la literatura demótica moderna. Bajo los turcos, los dialectos regionales encontraron su expresión en el cuerpo de canciones folklóricas que reflejaban la vida de un pueblo privado de todo progreso material e intelectual. Cuando Grecia logró su independencia en 1830, Atenas y el Peloponeso se convirtieron en el centro politico del nuevo reino, y son sus dialectos los que forman la base del griego moderno hablado hoy día. Pero el lenguaje oficial de un estado moderno no podía ser construido en base al folklore popular medieval. Se hicieron entonces esfuerzos para producir una forma purista del griego ("kazarévusa") que fuera apta para los usos modernos. Pero fueron demasiado influenciados por el espíritu del aticisimo, y el problema de encontrar un medio natural para la prosa capaz de proveer una expresión tanto en términos formales como coloquiales no fue resuelto de un modo satisfactorio. Un siglo y medio después de su independencia, los griegos estaban todavía frustrados por la "cuestión del lenguaje". Pero con la difusión de la educación y el crecimiento del periodismo y los medios masivos de comunicación, la cuestión se ha ido resolviendo por sí misma. El griego demótico y el kazarévusa no pueden ser separados, y está emergiendo una forma de griego que combina características de ambos.
Abajo se desarrollan algunas de
las principales características del griego moderno vernáculo. Debe
considerarse que no representan un sistema coherente o exclusivo, y que otras
formas más conservadoras se encuentran coexistiendo asimismo con ellas.
Luego del período helenístico
el poder distintivo de los acentos radica en su posición e intensidad, más que
en su altura. Y las distinciones previas de longitud vocálica se perdieron.
Ciertas palabras muestran ahora una tendencia a mantener el acento primario en
sus formas declinadas. a, e, i, o
se mantienen más o menos como
entonces; ou ya
era “u" antes de finalizar el período clásico; y la
w
se fundió con la o como vvocal media posterior luego del siglo I
D.C. ai se había fundido con e para
el siglo II D.C., y el segundo elemento de
au, eu, hu ya
se había convertido en labial fricativa o sonora. h p; y ei se
habían convertido ambas en i para pprincipios del período bizantino. u y oi eran tomados como la “ü"
francesa ya en el griego helenístico, y en el siglo X ambas ya se habían
convertido en i.
Las consonantes dobles habían
sido reducidas a simples, excepto en algunos dialectos. Las consonantes
oclusivas aspiradas q, f y c
se habían vuelto fricativas para el siglo IV D.C., y el sonido
“h" sonoro inicial (marcada por el "espíritu áspero") ya había
desaparecido. Para la misma época las oclusivas sonoras
b, d y
g p; habían sido reemplazadas por
fricativas. Pero en ciertas formas modernas las oclusiones labiales y dentales
se preservan todavía luego de m y
El caso dativo, ya bastante
restringido en el Nuevo Testamento, había caido fuera del uso popular para el
siglo X. El objeto indirecto se expresa ahora con el acusativo (habitualmente
luego de se ) o coon el genitivo. Las proposiciones rigen
casi siempre acusativo. Una característica notable de los sustantivos es la
extensión de una primera declinación simplificada con dos terminaciones en
cada número, con -V marcando el nominativo singular del masculino y el genitivo
singular del femenino, y un plural común -eV (nominativo y acusativo)
y -wn
(genitivo). Esto incluye a muchos sustantivos adaptados de la tercera declinación
clásica (Ej: o erwtaV, h patrida, h prush). Es muy común una desinencia
plural nueva, -deV, especialmente en las palabras no clásicas.
La segunda declinación neutra en -i se desarrolló a partir de
diminutivos en -ion desdee el período koiné.
El dual ya se había vuelto
obsoleto en el período clásico avanzado, el modo optativo, ya infrecuente en
la koiné, dejó de usarse en el período bizantino, y el infinitivo fue
reemplazado por na
con suubjuntivo. Los verbos perdieron sus
antiguos tiempos futuro, perfecto y pluscuamperfecto. El futuro se expresa con
qa
más suubjuntivo, y la condicionalidad con
qa
más imperfecto. Compuestos con ecw forman el perfecto, el
pluscuamperfecto, el futuro perfecto y el pasado condicional. Los aspectos
durativos y perfectivos de los verbos se expresan ahora con raíces del presente
y aoristo, respectivamente, y esta categoría se extiende al futuro, así como
al subjuntivo y el imperativo. El pronombre relativo indeclinable
pou
y el participio activo -ontaV se usan normalmente
desde el período bizantino.
Otras características básicas
del griego demótico respecto del clásico son: 1) parataxis en vez de
subordinación; 2) redundancias formales del tipo de
mikro
koritsaki, pio ceiroteroV, xanakhmhqhka pali ; 3) aamplio uso de diminutivos.
El núcleo del vocabulario
moderno fue provisto por el griego clásico. Está suplido por numerosos
estratos de palabras prestadas, de los cuales los principales son: latín
(durante los períodos helenístico y bizantino), italiano (durante la ocupación
veneciana y genovesa posterior al 1200), turco (durante el período 1453-1830),
francés y, en grado menor, inglés (durante los últimos 150 años). Los
abundantes recursos de derivación y composición que posee el griego han
facilitado la creación de nuevas palabras a partir del acerbo nativo,
especialmente términos científicos. Incluyen palabras traducidas, tales como
sidhrodromoV
(ferro-carril), y el préstamo de palabras de cuño helénico
de uso corriente en el extranjero, tales como
aeroplano.
Como dijéramos antes, el
idioma de uso cotidiano está basado en líneas generales en el demótico (dhmotikh,
o "griego común"), más
que en el kazarévusa (kaqareeuousa, p; o "griego purista"), que es
por tradición el lenguaje de la ley, de la Iglesia, del mundo oficial y de los
dominios de la ciencia y la tecnología. Pero los términos demótico y kazarévusa
(en adelante, D y K) tienen otro significado añadido. Además de indicar grados
de formalismo en la forma de expresión, también designan diferencias más
específicas en la morfología y la sintaxis. Por ejemplo, una característica típica
del D es la elisión condicional de la terminación -n, y
una característica típica de K es la retención de aumentos verbales
inacentuados. El caso dativo es exclusivamente K, así como la construcción de
genitivo absoluto. Las construcciones paratácticas son típicamente D. Sin
embargo, este dualismo no está plenamente presente en la gramática griega.
Cuando ocurre puede estar marcado en la forma primaria de una palabra pero no en
formas oblicuas, o viceversa. Se marca, por ejemplo, en
krubw
(D) / kruptw (K) (escondo), pero no en
ekruya
(DK)
(escondí), y de nuevo en
krufqhka (D) / ekrufqhn (me escondí). De las deciocho formas de los artículos (excluyendo al
dativo), el dualismo se encuentra en dos plurales femeninos:
oi (D)
/ ai (K)
y tiV (D)
/ taV
(K).
También es potencial en dos singulares acusativos: to(n)
(D) /
ton (K)
y
th(n)
(D)
/
thn (K).
Las otras formas de los artículos son comunes a D y K. En adjetivos en donde el
sufijo -oV sigue un final de raíz -r, el dualismo puede
presentarse en las formas femeninas: deuterh
(D) / deutera (K).
Otra de las funciones de los términos
D y K es el de transmitir el estatus de algunas palabras según su posición en
la escala estilística. Así, a qura (puerta) se la siente palabra
purista, y a porta, demótica. Pero en muchos
casos tal clasificación no es muy conducente. Si bien, en general, las características
D son típicas del estilo coloquial y las K del estilo formal, las
correspondencias no son absolutas. Y muchos rasgos K tienen un lugar de no poca
importancia en la composición del griego coloquial. Muchas palabras clásicas
se transmitieron sin cambios y permanecen de uso general, las mismas para D y K.
Tales como anqrwpwV (hombre), swma (cuerpo), qalassa (mar), mikroVV (pequeño), kai
(y). Otras quizás perdieron su
uso en el habla cotidiana pero retienen su lugar en estilos formales o menos
prosaicos: dunamaai (puedo), teknon (niño), en contraposición a los habituales mporw, paidi. Algunas palabras clásicas por mucho tiempo obsoletas han sido
revividas para uso oficial: ekaterwqen (de los dos lados), en
contraposición a ki apo tiV duo merieV.
De este modo, los términos D y K tienen rangos de significación dispares, y no siempre se muestran como señales adecuadas para aquellos que exploran los usos del griego. En el habla coloquial "agua" es nero, más que udwr, "rojo" es kokkino, más que eruqron, "caballo" es alogo, más que ippon, y "volar" es petw, más que iptamai (los primeros de la serie son D, y los segundos K). Pero también se comprende que los segundos de la serie se apliquen a cosas tales como el Oficina de Aguas, la Cruz Roja, los caballos de fuerza o el Holandés Errante ("Volador"). En la misma línea, "lavarse las manos" es plenw ta ceria mou (D), mientras "lavarse las manos (de algún tema o situación)" es niptw taV ceiraV mou (K). O del mismo modo, "con las puertas cerradas" es me kleisteV tiV porteV (D), y "a puertas cerradas" es kekleismenwn twn qurwn (K). Y todos estos son items propios del uso coloquial. Así, ocuparse demasiado de la idea de un conflicto "demótico versus kazarévusa" puede muchas veces traerle al asunto más confusión que claridad.