(publicado
en el diario Clarín el 11 de abril de 1985)
Mientras
dure esta música,
seremos
dignos del amor de Helena de Troya.
Mientras
dure esta música,
seremos
dignos de haber muerto en Arbela.
Mientras
dure esta música,
creeremos
en el libre albedrío,
esa
ilusión de cada instante.
Mientras
dure esta música,
seremos
la palabra y la espada.
Mientras
dure esta música,
seremos
dignos del cristal y de la caoba,
de
la nieve y del mármol.
Mientras
dure esta música,
seremos
dignos de las cosas comunes,
que
ahora no lo son.
Mientras
dure esta música,
seremos
en el aire la flecha.
Mientras
dure esta música,
creeremos
en la misericordia del lobo
y
en la justicia de los justos.
Mientras
dure esta música,
mereceremos
tu gran voz Walt Whitman.
Mientras
dure esta música,
mereceremos
haber visto, desde una cumbre,
la
tierra prometida.
Jorge
Luis Borges
(Cabe aclarar que en esta época Borges frecuentaba no solamente el oficio de la Iglesia Ortodoxa Griega, sino también la taberna de Takis Delénikas y acompañaba a su pareja a las clases de danza griega de Jorge Dermitzákis. Este poema, que sin duda no se cuenta entre lo mejor del autor, da cuenta, sin embargo, del clima de entusiasmo que embargaba en esas veladas a este eterno filoheleno. J.B.)