DE LA HISTORIA DE
LA LENGUA GRIEGA
(Epílogo de la Gramática
Neohelénica de Manolis Triandafilidis, traducida por Miguel Castillo
Didier, Caracas, Arcadia, 1985)
La lengua que hablan hoy los
griegos no fue siempre la misma. Ya desde la Antigüedad iba cambiando
lentamente con el tiempo, hasta que tomó la forma que actualmente posee como
nuestra lengua materna.
Los griegos antiguos hablaban y
escribían en formas diferentes según los lugares: tenían dialectos. Las
expresiones ameV dde g esomeqa pollw karroneV, "nosotros seremos aun
mejores", errei ta kala, "las naves se han hundido", que
todos conocemos, pertenecen al dialecto de los antiguos espartanos. Una lengua
común -koiné- solo se formó en la Antigüedad después de la gran época clásica,
desde los últimos siglos anteriores al cristianismo (300 A.C. - 300 D.C.).
Aquella lengua común nació
del dialecto ático, el lenguaje que hablaban en Atica en la época clásica
(siglos V - IV A.C.), en los tiempos del apogeo político y cultural de los
atenienses. Sin embargo, para llegar a ser lengua común tomó palabras y formas
de los otros dialectos en la época que se extendía con las victorias de los
macedonios. Así desde la lengua jónica entraron en la ática, que poseía ya
los vocablos amugdalh, basiliV, basileia las palabras amugdalea (y después amugdalia), bassillissa, que usamos hoy.
Esa lengua común -koiné- llegó
a ser poco a poco no solamente lengua de todos los griegos, sino también lengua
materna o segunda lengua de los habitantes helenizados de oriente (Asia Menor,
Siria, Persia, Egipto). De este modo finalmente había devenido una lengua
internacional de todo el mundo.
La lengua helénica que se
hablaba a fines del sigllo III A.C. se distinguía de la antigua en diversas
novedades. Respecto de la fonética y la acentuación, se encontraba más cerca
de nuestro idioma actual que del antiguo. En cuanto al léxico, en lugar de los
términos antiguos oreoV, icquV, eruqroV, skedannumi, uw, consstatamos que se dice desde entonces (o)bounoV, oyarion, kokkinoV, skorpizw, brecw, "montaña, pez, rojo,
esparcir, llover".
Pero también en la morfología
y en la sintaxis se presentan cambios que anuncian ya la lengua moderna.
Desparecen muchas irregularidades de las formas clásicas y la flexión se
simplifica. ouV wttoV devienen
wtion wtiou, "oído", h alwV thV alw deviene to alwnion
tou alwniou, &quoot;la era",
hn llega a ser hmhn,
"yo era", oida < isasin
pasa a ser oida oidasin, "yo sé, saben".
Ya en los Evangelios econtramos
abundantes muestras de esta lengua común. Los cambios continuaron en toda la época
cristiana, en los años medievales. Entonces se generalizan ya las formas paidion paidin, en vez de paiV, niñoo, oyarion
oyarin, "pez", alwnion
alwnin, "era", en vez de icquV, alwV. esti, ya eni&nbbsp; en el Nuevo Testamento (ouk eni
IoudaioV oude
Ellhn,"no es judío ni
heleno") deviene enai (de
donde más tarde la forma einai).
Finalemente, con algunos cambios más, la lengua griega tomó su forma actual, y
llegó a ser la lengua neohelénica.
Nuestra lengua actual ha
conservado muchos de los vocablos y formas de la antigua: o ouranoV, tou ouranou, ton ourano(n), oi ouranoi, etc., "el cielo", phdw, phdaV, phda, (e)phdasa, etc., "saltar". A la vez simplificó
muchas irregularidades antiguas. Por ejemplo, en vez de pathr, patroV, patera, pater, patrasi, ";padre", decimos ahora o pateraV, tou patera, ton patera, etc. La rica morfología clásica se limitó y
la sintaxis se hizo más analítica: la expresión didwommi th mhtri de
los antiguos es hoy
dinw thV mhteraV o dinw ssth mhtera, "doy a la madre", y la forma monoléctica hkhkoien,
"yo había oído", fue reemplazada por la forma perifrástica eica akousei. El léxico se enriqueció con multitud de términos cultos y
extranjeros para dar expresión a la vida contemporánea, y con sus abundantes
derivados y compuestos, posee una excepcional expresividad.
La lengua griega, hablada por
nuestros antepasados en este extremo de Europa durante casi cuatro milenios,
tiene la historia más extensa de todas las lenguas de los pueblos europeos, ya
que con sus monumentos escritos podemos seguir su evolución por más de 2.500 años.
Tuvo la suerte excepcional de
ser instrumento de una literatura única, extraordinaria, la antigua, y más
tarde de llegar a ser la lengua de los Evangelios y de otros libros del Nuevo
Testamento, que se escribieron originalmente en ella.
En la misma lengua, en su foma
moderna, se ha expresado el pueblo griego, con sus cantos demóticos, sus
leyendas y refranes; en la misma lengua que ha sido cultivada y trabajada por la
literatura neholenénica.
Para nosotros los griegos
constituye una herencia única, gloriosa, que merece todo nuestro amor e interés.