ENSEÑANDO GRATIS HASTA QUEDARSE SIN AIRE
por Gregory Jusdanis
(Artículo publicado en inglés el 7 de septiembre de 2016 en el sitio web de la Universidad de Stanford, California, USA).
El Dr. Gregory Jusdanis es profesor de Griego Moderno y Catedrático Distinguido de Humanidades del Departamento de Griego de la Universidad Estatal de Ohio. Nacido en Grecia, es licenciado con honores en Lengua y Cultura Clásicas por la Universidad de McMaster en Canadá, realizó estudios de posgrado de Filología en Alemania en la Universidad de Bonn y obtuvo su Doctorado en Literatura Griega en Inglaterra en la Universidad de Birmingham. Cuenta con siete libros y numerosas publicaciones académicas sobre temas literarios, históricos y sociológicos en gran medida vinculados al helenismo. Ha disertado en congresos en Inglaterra, Alemania, Australia, Puerto Rico, Colombia, Argentina y en EEUU en las Universidades de Harvard, Yale, Princeton, Columbia, Stanford, Michigan, Georgia, San Francisco, Chicago e Indiana, entre otras
Uno de los primeros en entrar al aula, me senté al lado de un gran cartel pintado reclamando el libre aborto. En la pared opuesta inmensos manifiestos clamaban por justicia social y la revolución marxista.
Viendo que sacaba fotos de los carteles, una mujer al lado mío, una profesora retirada, me preguntó si era mi primera vez en la Argentina. No, le dije, era mi tercera vez, pero todavía seguía sorprendido por la tolerancia al disenso político. Parecía que todo el edifico estaba cubierto de protestas.
Mientras hablábamos, empezaron a entrar más estudiantes, ocupando casi todo los asientos. Después llegó el docente, Jerónimo “Jerry” Brignone, un autor y director de obras de teatro y cine, traductor, actor y también profesor de griego moderno. Jerry me había invitado a hacer una serie de presentaciones en la Universidad de Buenos Aires y en el Hospital de la Facultad de Medicina (cuyo Director obliga a los estudiantes avanzados de medicina a asistir a una conferencia semanal sobre humanidades). Ese día en particular yo estaba presenciando su clase de primer año de griego moderno (Nota: aunque el autor de la nota no hace una referencia explícita, alude a los cursos gratuitos de griego moderno organizados desde 2004 por la Sección de Filología Medieval del Instituto de Filología Clásica de la Universidad de Buenos Aire en su Facultad de Filosofía y Letras).
A la par que Jerry empezó a distribuir el material introductorio, llegaban más estudiantes, y como no encontraban asientos, se iban del aula. Yo pensé que estaban dejando el curso, pero de hecho reaparecían, trayéndose su propia silla. En cuestión de minutos todo espacio concebible había sido ocupado. Pero seguían llegando todavía más estudiantes. ¿Dónde iban a caber todos?, pensé. Impávido, cada recién llegado se iba y volvía cargando una silla.
Alguien llegó a abrirse paso con un micrófono portátil. Pero apenas Jerry empezó a recitar un poema en griego, se dio cuenta que no andaba y lo apagó. Mientras, seguían apareciendo más estudiantes, que miraban a su alrededor consternados, se iban y volvían con una silla. Cada nueva entrada traía el chirriar y el rechinar del metal en el piso.
¿Por qué están viniendo?, pensé. ¿Por qué no se van a otro curso? Percibiendo mi desconcierto, la profesora retirada me explicó que esto era lo que significaba estudiar en Argentina.
En un momento los estudiantes tuvieron que posicionar sus sillas tanto afuera del aula como alrededor de Jerry, dejando poco aire para respirar. Empecé a transpirar, quería escapar, me estaba superando la claustrofobia.
Después, mientras Jerry delineaba el sistema fonético griego, una estudiante se paró atrás y gritó algo que no pude entender por el eco. ¿Qué está pasando?, le pregunté a mi vecina. ¿Es una protesta? Gradualmente hubo un movimiento masivo hacia atrás. “Por favor, corré tu silla hacia atrás”, me dijo una estudiante de pelo largo que estaba delante de mí. “Necesitamos hacer espacio para todos”. En masa todos deslizamos nuestro asiento un metro hacia atrás hacia no sé dónde ni cómo. Todos los que habían quedado afuera ahora estaban adentro y finalmente se cerró la puerta, a los 45 minutos de iniciada la clase.
Miraba a mi alrededor y nadie se quejaba, nadie miraba torcido a los que llegaban tarde, nadie resoplaba molesto. Ninguna expresión de indignación, desprecio o autocompasión. Una estudiante de complexión morena y aros de plata me sonrió y alzó los hombros, como diciendo “Aquí las cosas son así”.
Y pensé en la clase que tenía que dar en la Universidad Estatal de Ohio en un par de días, donde tenía dos asistentes, dos pantallas, PowerPoint, un sistema impecable de amplificación y asientos de clase ejecutiva con acceso online.
Jerry no tiene PowerPoint, ningún asistente o apoyos visuales, sólo su energía exuberante para enseñar en clase cuatro horas seguidas cada semana. Y los estudiantes estaban sentados fascinados. Miré a menudo si la gente miraba sus celulares, pero todos estaban prestando atención o tomando apuntes.
Cuando los recursos son escasos, me dijo Jerry, no necesitás motivar a nadie, los estudiantes entienden el valor de lo que están haciendo. Él pretendía que aprendieran el pilón de información en sus casas por su cuenta, era lo primero que podía hacer con un grupo de estudiantes tan grande. Al fin y al cabo, 105 estudiantes de griego moderno en un aula es algo extraordinario: en la Universidad de Ohio podemos estar agradecidos si tenemos 25.
¿Por qué hay tantos estudiantes de griego moderno, pregunté, y especialmente en estas condiciones? Si bien Jerry no me proveyó de una respuesta completa, un factor es que la gente todavía cree en las Humanidades (había por ejemplo cinco librerías dentro de un radio de cinco minutos de caminata desde donde yo estaba alojándome). Además, al no estar en un medio con una lengua imperialista como el inglés, los estudiantes están abiertos a las lenguas minoritarias. Hay también un compromiso con la indagación intelectual por sí misma y menos obsesión por un pensamiento orientado a resultados.
De hecho, lo que hace más impactante el alto nivel de inscripción es que este curso de griego moderno no otorga créditos académicos ni es parte de la currícula de una carrera o de un programa académico. Los estudiantes estudian griego moderno pese a que no les ofrece ningún valor instrumental. Para mí esto fue la cosa más pasmosa con la que tomé contacto, en una época en que en Norteamérica hay una caída en picada de la inscripción a las Humanidades.
Pero quizás más pasmoso era el hecho de que Jerry está enseñando en este curso desde 2007 en forma gratuita. Encima organiza una serie de conferencias gratuitas, “Cariátide”, desde 1997 sin ninguna remuneración. También organiza cursos gratuitos de cultura y literatura griega (Nota: en la Universidad de Buenos Aires, en el marco de la Cátedra Libre de Estudios Griegos, Bizantinos y Neohelénicos). Y tiene un programa de radio muy popular, “Las palabras y las notas: pasiones líricas, léxicas, helénicas y otros dramas”, en el que invierte muchas horas.
Esas horas no sólo incluyen la preparación para entrevistas, pero también ensambla fragmentos de ópera, otros tipos de música, referencias literarias y cinematográficas, todo alrededor del invitado. Cuando yo participé el 20 de agosto de 2016, creó un programa completo alrededor de los límites y la empatía, desde la ópera reciente “Brokeback Mountain” (Secreto en la montaña) hasta música popular griega, el film brasilero “Orfeo Negro”, la novela de Mario Vargas Llosa “La guerra del fin del mundo” y la banda alternativa de Nueva Orleáns “New Thousand”.
¿Por qué hace entonces todo esto gratis?
Bueno, ésa es una pregunta muy norteamericana.
No siendo una persona por otra parte adinerada, Jerry se las arregla para llegar a fin de mes con traducciones y clases particulares, y asume todo este otro trabajo porque sino, de otro modo, no sería realizado. Éste es su trabajo, un trabajo por el que simplemente no recibe una paga.
No debemos ver esta participación comunitaria como un voluntariado en el sentido anglosajón, es decir, de alguien que tiene un trabajo full time y que hace cosas buenas aparte, como colaborar en una olla popular. Más que un voluntariado, lo que hace Jerry y otros como él, es un trabajo; no retribuido.
En un lugar con recursos reducidos, me dijo de nuevo Jerry, el trabajo cultural asume un significado diferente: en otras palabras, no todo en la vida tiene que ver con la plata o con propósitos utilitarios.
Este mismo compromiso con el aprendizaje no instrumental rodeaba la clase en la que yo estaba participando. Los estudiantes que no recibían ningún crédito académico y el profesor que no recibía un peso estaban unidos en el entendimiento de que estaban haciendo algo muy importante: estaban aprendiendo una lengua insignificante.Gregory Jusdanis
Artículo original en inglés en el sitio web de la Universidad de Stanford, California:
https://shc.stanford.edu/arcade/interventions/teaching-free-until-air-runs-out